El downsizing en los motores es una técnica en la que se reduce el tamaño y la cilindrada en los motores buscando conseguir más ligereza, menos contaminación y una reducción en el consumo, pero sin renunciar a la potencia.
Esta técnica se caracteriza porque normalmente lo que se hace es recurrir al turbo que en un motor downsized puede llegar a aproximadamente 250.000 rpm, mientras que un motor de arquitectura tradicional alcanza 210.000 rpm. Esto hace que los cilindros reciban más cantidad de aire que, junto con otros componentes, permite un manejo más ágil; a la distribución variable que permite la apertura y cierre de las válvulas de acuerdo con las circunstancias; a la inyección directa que permite que los cilindros reciban el carburante de una manera más eficiente al colocar el combustible de manera directa en las cámaras de combustión de los cilindros, en lugar de un puerto o corredor, lo que requiere que el combustible se encuentre bajo una alta presión; a la refrigeración del escape enfría los gases de escape por medio de un proceso más ahorrador; y a los tres cilindros que permiten reducir el cubitaje.
En resumen, se trata de reducir el cilindraje y recuperar la potencia a través de la sobrealimentación por medio del turbo.
Aunque cada marca puede implementar sus propias técnicas y combinaciones, por lo general eso es lo que se modifica para conseguir un motor downsized. Un ejemplo de este tipo de motor es el motor Ford Ecoboost que es una combinación de turbocompresor e inyección directa de combustible.
Algunas marcas que están ofreciendo este tipo de motor en América Latina son Toyota, Stellantis y Mazda.
A pesar de toda la maravilla que se pueda decir en papel acerca de esto, la verdad es que parece que el downsizing está por desaparecer, por lo menos en Europa, ya que, a pesar de reducir las emisiones de CO2, con el procedimiento de pruebas de emisión WLTP implementado en 2018 se encontró que el uso de este tipo de motor dispara las emisiones de óxidos de nitrógeno y otras partículas nocivas que no han podido ser controladas del todo con los aditivos que se han implementado en los diferentes mercados, llevando a que las marcas que están utilizando estos motores decidan virar hacia la hibridación.
Entonces, ¿por qué en Latinoamérica se pretende implementar este tipo de motores? ¿Será que nuestras leyes y normas para la reducción de emisiones son menos restrictivas o más flexibles? Como dicen por ahí, ¡amanecerá y veremos!